Joaquín Torres García
1874 | 1949
UNIVERSALISMO CONSTRUCTIVO
"He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.”
Joaquín Torres García nace en Montevideo en 1874. A los
diecisiete años se muda con su familia a Barcelona y allí
continúa su formación artística. Joaquín Torres García
muere en 1949 en su ciudad natal.
Torres García quiso encontrar el modo de crear un arte universal,
que fuese correlato de la concepción de un nuevo
hombre, el hombre constructivo y universal.
El universalismo constructivo sienta las bases del pensamiento
del artista uruguayo. A grandes rasgos, esta propuesta
retoma ciertos preceptos del pensamiento metafísico
y del constructivismo. El hombre –según Torres– es el
cosmos universus, es decir, un “todo indivisible”, y en este
sentido, el artista uruguayo entiende el arte como un puente
entre el hombre y la naturaleza.
A través de símbolos y recursos formales simples como líneas
horizontales y verticales, figuras geométricas básicas
y el uso de la sección áurea, el artista crea un lenguaje plástico
de alcance universal, conjugando símbolos de todas
las épocas y tradiciones: clásica, mediterránea, del Oriente
Medio y precolombina.
Uno de los aspectos fundamentales en la producción de
este artista es el rescate, desde un planteo netamente moderno,
de la raíz de las manifestaciones precolombinas,
Torres García quiso encontrar el modo de crear un arte universal,
que fuese correlato de la concepción de un nuevo
hombre, el hombre constructivo y universal.
El universalismo constructivo sienta las bases del pensamiento
del artista uruguayo. A grandes rasgos, esta propuesta
retoma ciertos preceptos del pensamiento metafísico
y del constructivismo. El hombre –según Torres– es el
cosmos universus, es decir, un “todo indivisible”, y en este
sentido, el artista uruguayo entiende el arte como un puente
entre el hombre y la naturaleza.
A través de símbolos y recursos formales simples como líneas
horizontales y verticales, figuras geométricas básicas
y el uso de la sección áurea, el artista crea un lenguaje plástico
de alcance universal, conjugando símbolos de todas
las épocas y tradiciones: clásica, mediterránea, del Oriente
Medio y precolombina.
Para mí no puede haber mayor convicción que esta:
Primero, la estructura;
Después la geometría;
Luego, el signo (la cosa);
Finalmente, el espíritu.
Para poder llegar a esta divina armonía (RELACIÓN DE
LAS PARTES CON EL TODO, IGUAL A LA UNIDAD)
los artistas en todos los tiempos, los sabios y pensadores,
los matemáticos, los magos y cabalistas, idearon diversos
medios. Ya por el de figuras geométricas, por cálculos
numerales, por combinaciones de toda suerte. Y esto en
todos los pueblos: caldeos, egipcios, griegos, mayas y aztecas,
en la Edad Media, en el renacimiento y aún hoy […] fuera de
esta tradición de verdad, no hay nada seguro: pues otra base
no hay. Torres García , “Estructura”, 19353.
Nada es tan mezquino como negar a un hombre la talla esencial de su alma. Podemos discutir sobre los problemas del agrado personal, pero no podemos borrar por antojos de cabeza embarazada el significado de una obra que resume la dedicación entusiasta de la vida entera de un hombre de alto espíritu.
Cuando un hombre se entrega todo, sin reservas a sus creaciones, es imposible no admirar, diría más: es bajo, es ruin. Aquí terminan las controversias de los doctos estériles y las disputas de los mercaderes de todos los templos. Cada obra es un chicotazo en el rostro de los maliciosos, de los tibios, de los avaros de cordialidad. La impotencia busca toda clase de argucias para atacar, busca pequeños detalles, busca debilidades, y no sabe que su labor es vana porque el alma del creador viene al mundo con una coraza impenetrable, y es el espectáculo de esa alma en acción lo que más nos apasiona y nos rinde en postura admirativa.
Torres García plasmó un mundo poblado de símbolos arquetípicos que, al actuar sobre el inconsciente del observador, intenta modificar su destino. El grado de receptividad de ese mensaje será mayor cuanto mas pronto el espectador se libere de sus propias inhibiciones que le impiden acceder plenamente a ese mundo idílico. El artista, poseedor de atributos espirituales, transmite su invocación para el observador partícipe y se integre en ese universo lleno de serenidad, paz y amor. Este poder místico de convocatoria, que actúa como un mensaje subliminal a través del inconsciente colectivo, representa una suerte de conjura que nos eleva hacia ese mundo ideal. Este es el mensaje úlltimo del constructivismo de Torres García.
jueves, 29 de octubre de 2009
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