jueves, 29 de octubre de 2009

Joaquín Torres García

Joaquín Torres García
1874 | 1949

UNIVERSALISMO CONSTRUCTIVO

"He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.”

Joaquín Torres García nace en Montevideo en 1874. A los
diecisiete años se muda con su familia a Barcelona y allí
continúa su formación artística. Joaquín Torres García
muere en 1949 en su ciudad natal.

Torres García quiso encontrar el modo de crear un arte universal,
que fuese correlato de la concepción de un nuevo
hombre, el hombre constructivo y universal.
El universalismo constructivo sienta las bases del pensamiento
del artista uruguayo. A grandes rasgos, esta propuesta
retoma ciertos preceptos del pensamiento metafísico
y del constructivismo. El hombre –según Torres– es el
cosmos universus, es decir, un “todo indivisible”, y en este
sentido, el artista uruguayo entiende el arte como un puente
entre el hombre y la naturaleza.
A través de símbolos y recursos formales simples como líneas
horizontales y verticales, figuras geométricas básicas
y el uso de la sección áurea, el artista crea un lenguaje plástico
de alcance universal, conjugando símbolos de todas
las épocas y tradiciones: clásica, mediterránea, del Oriente
Medio y precolombina.
Uno de los aspectos fundamentales en la producción de
este artista es el rescate, desde un planteo netamente moderno,
de la raíz de las manifestaciones precolombinas,
Torres García quiso encontrar el modo de crear un arte universal,
que fuese correlato de la concepción de un nuevo
hombre, el hombre constructivo y universal.
El universalismo constructivo sienta las bases del pensamiento
del artista uruguayo. A grandes rasgos, esta propuesta
retoma ciertos preceptos del pensamiento metafísico
y del constructivismo. El hombre –según Torres– es el
cosmos universus, es decir, un “todo indivisible”, y en este
sentido, el artista uruguayo entiende el arte como un puente
entre el hombre y la naturaleza.
A través de símbolos y recursos formales simples como líneas
horizontales y verticales, figuras geométricas básicas
y el uso de la sección áurea, el artista crea un lenguaje plástico
de alcance universal, conjugando símbolos de todas
las épocas y tradiciones: clásica, mediterránea, del Oriente
Medio y precolombina.

Para mí no puede haber mayor convicción que esta:
Primero, la estructura;
Después la geometría;
Luego, el signo (la cosa);
Finalmente, el espíritu.

Para poder llegar a esta divina armonía (RELACIÓN DE
LAS PARTES CON EL TODO, IGUAL A LA UNIDAD)
los artistas en todos los tiempos, los sabios y pensadores,
los matemáticos, los magos y cabalistas, idearon diversos
medios. Ya por el de figuras geométricas, por cálculos
numerales, por combinaciones de toda suerte. Y esto en
todos los pueblos: caldeos, egipcios, griegos, mayas y aztecas,
en la Edad Media, en el renacimiento y aún hoy […] fuera de
esta tradición de verdad, no hay nada seguro: pues otra base
no hay. Torres García , “Estructura”, 19353.

Nada es tan mezquino como negar a un hombre la talla esencial de su alma. Podemos discutir sobre los problemas del agrado personal, pero no podemos borrar por antojos de cabeza embarazada el significado de una obra que resume la dedicación entusiasta de la vida entera de un hombre de alto espíritu.

Cuando un hombre se entrega todo, sin reservas a sus creaciones, es imposible no admirar, diría más: es bajo, es ruin. Aquí terminan las controversias de los doctos estériles y las disputas de los mercaderes de todos los templos. Cada obra es un chicotazo en el rostro de los maliciosos, de los tibios, de los avaros de cordialidad. La impotencia busca toda clase de argucias para atacar, busca pequeños detalles, busca debilidades, y no sabe que su labor es vana porque el alma del creador viene al mundo con una coraza impenetrable, y es el espectáculo de esa alma en acción lo que más nos apasiona y nos rinde en postura admirativa.
Torres García plasmó un mundo poblado de símbolos arquetípicos que, al actuar sobre el inconsciente del observador, intenta modificar su destino. El grado de receptividad de ese mensaje será mayor cuanto mas pronto el espectador se libere de sus propias inhibiciones que le impiden acceder plenamente a ese mundo idílico. El artista, poseedor de atributos espirituales, transmite su invocación para el observador partícipe y se integre en ese universo lleno de serenidad, paz y amor. Este poder místico de convocatoria, que actúa como un mensaje subliminal a través del inconsciente colectivo, representa una suerte de conjura que nos eleva hacia ese mundo ideal. Este es el mensaje úlltimo del constructivismo de Torres García.

Santiago Palazzo

Santiago Palazzo
Verdadero precursor del realismo social.
Nació en Buenos Aires en 1893.
Su vida fue breve. No tuvo tiempo de celebrar ninguna exposición individual, siendo admitido únicamente en una colectiva: " El Salón de los Recuerdos" (1914).
Sólo asistió a algunas clases en el taller libre de estímulo. Tampoco salió de Buenos Aires a estudiar en el extranjero. Murió veinte días antes de que uno de sus lienzos fuese expuesto en el Salón oficial.
Su vida fue muy restringida. Pasó serias privaciones económicas.
Adjudicó su pintura a lo social; siempre mantuvo la fe en la justicia social. Sus temas preferidos fueron la vida en el conventillo y la de los inmigrantes, no siempre triunfadores en la tierra adoptada que le prometía progreso.
Sus imágenes son madres desamparadas, mendigos, obreros e interior de algunas "villas miserias" de principio de siglo, menos lúgubres que las de Europa.´
Falleció en 1916.

LA MODERNIDAD DE LO REAL

LA MODERNIDAD DE LO REAL
LINO ENEA SPILIMBERGO

Las diferentes expresiones de “los modernos” o “grupo de París” irrumpe en la vida cultural de Bs. As., a mitad de los años veinte y principios de los treinta.
La obra de Lino Enea Spilimbergo es un enfrentamiento entre los modelos institucionalizados del arte, y la politización de una práctica que lleva a los artistas no sólo a producir sino a decidir quién será su público y para quienes pintan. Es un arte moderno en concepto y forma (europeo), pero regional y político, con elementos latinoamericanos.
Una mirada que descubre lo real. Hijo de inmigrante italiano, nació en Bs. As. En 1896. Nace cuando el censo registra un 25% de extranjeros entre los habitantes del país. De ellos, un millón había llegado a la Argentina entre 1880-1890. Perteneció a una familia de trabajadores.
A los tres años, viaja a Roverazza (Italia), que es el pueblo donde nació su madre. Su fantasía fue pensar que él había nacido allí.
Regresa a los 14 años a Bs. As. Y trabaja de cadete en una tienda, alternando sus trabajos con la pintura.
Spilimbergo busca un sentido profundo a lo que mira y realiza su aprendizaje de pintura por los bosques de Palermo o a orillas del arroyo Maldonado. A los 19 años se inicia en el dibujo y a los 21 años en la Academia Nacional de Bellas Artes.
Cuando viaja a París en 1926, descubre a Cézanne, Picasso, Braque. Une lo figurativo con los elementos de la abstracción y del postcubismo. “Se puede pintar una naturaleza muerta y pintar la quietud de una época” dice Spilimergo. Sus figuras son de inmediata identificación: mujeres y jóvenes de enormes ojos estáticos, que miran el vacío entre el lienzo y el espectador: paisajes en los que el valor constructivo de la realidad queda en una zona ideal, abstracta, de atemporalidad. Luego utiliza el volumen y la perspectiva.
¿Qué es la forma?
“El medio que crea el artista para exteriorizar su ensimismamiento, en correlación con su moral y con el concepto que tiene de la vida”.
Cuando vuelve se ha convertido en un artista de vanguardia, caracterizándose por una figuración monumental, sencilla, despojada, de alta calidad constructiva y potente expresividad.
Luego del golpe de Estado de 1930, comienza la llamada Década Infame, signados por el fraude y el autoritarismo. A Spilimbergo no le son ajenos esos años, ni lo serán en su madurez, hasta el fin de sus días en Unquillo, en la Pcia. de Córdoba, donde muere en 1964.